Podía ser caótica e impredecible, amarte u odiarte sin más.



Podía huir a la mínima de cambio, ser radical o pedir que no te fueras de su vida nunca. Era así, tan suya, tan ella.

Por eso la querían, por eso a veces la intentaban apagar, pero era de esas personas que brillaban con sólo mirar. Veía más de lo aparente, lo que era invisible a los ojos para los demás.

Se perdía cuando se agobiaba y a veces se dejaba de encontrar.
Iba y venía, pero a veces se iba para no regresar.
Podía darte su vida si hacía falta, o dejarte un vacío inmenso en el alma, era así, tan suya, tan ella, tan especial.

La tristeza acaparaba cada poro de su piel, cada uno de los lunares de su espalda, pero sonreía sin parar.

Tenía una de esas risas con ganas que hasta le hacían llorar. Porque todo le salía de verdad, cuando quería, cuando era ella, no cuando le obligaban a hacer un papel fuera de su normalidad.

Por eso dejaba huella, pero de esas bonitas en los recuerdos de todos los que se la encontraban por algún lugar. Porque era lo más parecido a la felicidad que alguien podía encontrar sin tenerla que buscar.

 

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