Dicen que una vez un hombre rico mandĂł a su sirviente al mercado en busca de provisiones. En el camino el empleado se cruzĂł con la muerte, que lo mirĂł fijamente a los ojos.
El sirviente se puso pálido del susto y salió corriendo dejando tras de sà las provisiones y la mula.
– ¡Amo!, ¡amo! Por favor, necesito un caballo y algo de dinero para salir ya mismo de la ciudad. Quizás llegue a Siria antes del anochecer. Por favor, amo.
El amo le preguntĂł sobre tan urgente pedido y el sirviente le contĂł el encuentro con la muerte.
Entonces, el amo le entregĂł una bolsa con monedas de oro y el corcel más rápido que tenĂa.
– Gracias, amo. -Dijo el sirviente, corriendo velozmente para llegar a Siria.
Cuando el sirviente se marchĂł, el acaudalado hombre caminĂł hasta el mercado en busca de la muerte.
– ¿Por quĂ© asustaste a mi sirviente? – le preguntĂł cuando la vio.
– ¿Asustarlo yo? – preguntĂł la muerte.
– SĂ. -Dijo el hombre rico-. Me contĂł que al cruzarlo lo miraste en forma amenazadora.
– Yo no lo mirĂ© amenazante. -Dijo la muerte-. Lo mirĂ© sorprendido. Yo no esperaba verlo aquĂ esta tarde, porque se supone que tengo que recogerlo en Siria esta noche.
El hombre dĂ©bil teme a la muerte; el desgraciado la llama; el valentĂłn la provoca, y el hombre sensato la espera sin prisa, preparado, sabiendo que ha vivido…
Mientras tanto, vive y deja vivir, siéntete bien contigo misma, sin desearle el mal a nadie.
Disfruta de la vida, el amor y la felicidad, que para morir, nacimos.
La vida no es para sufrirla, no es para pasarla llenos de estrés pagando deudas,
La vida es para Disfrutarla, para experimentarla, para ser Felices.
Porque la muerte es un tránsito, una mudanza.
Pero no dejes que el goce nuble tu juicio. Deléitate mientras vives, pero también aprende cómo vivir pues el traslado a la otra vida siempre tiene un precio.
JesĂşs contĂł esta parábola: “Existieron un hombre rico y un mendigo llamado Lázaro. El rico vivĂa rodeado de lujos, comiendo y festejando sin cesar; Lázaro, en cambio, vestĂa harapos, su cuerpo estaba cubierto de llagas y ansiaba coger algunas sobras que caĂan de la mesa del rico.
Un dĂa tanto el opulento hombre como el mendigo murieron, siendo Lázaro enviado al Cielo y el rico al Infierno. Desde allĂ, atormentado por las llamas, el hombre rico rogĂł a Abraham que le pidiera a Lázaro que lo ayudara, pero Ă©l contestĂł ‘Hijo, mientras vivĂas, gozaste de grandes placeres, pero Lázaro sĂłlo sufriĂł males.
Ahora Ă©l está siendo consolado y tĂş hostigado’. Cuando rogĂł porque se le advirtiera a su familia para que no sufrieran el mismo destino que Ă©l, Abraham contestĂł ‘Si no escuchan a MoisĂ©s y a los profetas, ni los convencerá el que se levanten los muertos’.
Vive tu vida, explora sin miedo, mas no descuides cómo vivirla correctamente o perderás de vista lo que de verdad es importante.