El tren de todas las direcciones

 


Una noche, un hombre ingresó a una estación de trenes y esperó por un tren. Cuando llegó, se subió, buscó un asiento vacío y se acomodó.

Mientras pasaba el tiempo, se puso a leer pero sentía que se le había olvidado algo importante. Entonces llegó el encargado de recoger los tickets.

-Buenas noches, señor –dijo el encargado quien hizo una reverencia-. Por favor, deme su ticket.

-En un minuto –respondió el hombre y buscó en su maleta. Minutos pasaron, pero no lograba encontrar el ticket.

-¿Algún problema, señor? Si se le perdió el ticket, puede pagar el destino en la siguiente estación.

-Ese es el asunto –replicó el hombre- Ahora que lo recuerdo, ni siquiera tenía pensado adónde ir. ¿Sabe a dónde va este tren?

-Va a cualquier lugar, señor. A los mejores, a los peores, a neutrales, a donde sea. Aunque no adivina qué sitio tienen planeado los pasajeros como destino. Solo se detiene donde haya una estación de tren. Usted debe saber primero en dónde se quiere bajar.

Sin una dirección concreta, uno quedará vagando por la vida.


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